Según el número y la fuerza de las interacciones no covalentes entre las dos moléculas y con su ambiente, sus uniones pueden ser estrechas (fuertes) o laxas (débiles) y, en consecuencia, ser de larga duración o transitorias. Cuanto más alta sea la afinidad de una molécula por otra, mejor será el “ajuste” molecular entre ellas, pueden formar más interacciones no covalentes y más ajustadamente pueden unirse entre sí.
La especificidad entre dos moléculas es un reflejo de la capacidad que tienen estas dos moléculas de unirse entre sí. Por ejemplo, las enzimas son proteínas que actúan como catalizadores biológicos, es decir que aceleran las reacciones químicas que ocurren dentro de las células. Estas enzimas actúan con un alto grado de especificidad, es decir que se unen de manera específica a un sustrato determinado, o sea que solo se unirá a uno o algunos (muy pocos) sustratos, lo cual indica que poseen una alta selectividad por los sustratos, ya que no puede interactuar de la misma manera con todos los sustratos.
La especificidad de unión de las grandes moléculas biológicas como las proteínas y los ácidos nucleicos es una de las características más importantes de la bioquímica.
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